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Tormentas


En nuestra cotidianidad estamos acostumbrados a buscar las soluciones de nuestros problemas en el exterior, obviamos su epicentro, “nuestro motor corazón”, quien al vulnerizarse afecta somáticamente nuestro cuerpo y la energía del alma. Quiero compartir con ustedes lo que viene a mi reminiscencia en este instante mágico, un adagio de la sabiduría popular: “El hábito no hace al monje”. Esta afirmación es tan acertada como “el disfraz no hace al actor”, “ ni un título universitario califica a una persona de excelente profesional”. Sólo la mística, la apertura de corazon y el amor que depositemos en nuestros multifacéticos roles sociales nos hará emular los viejos paradigmas de evolución espiritual. Es el momento de preguntarse: ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo? y ¿Hacia dónde me dirijo?
A través de la historia se ha evidenciado que si hacemos de la práctica del Amor un hábito inherente al corazón, las soluciones a los pequeños obstáculos que se susciten en la cotidianidad de nuestras vidas fluirán perspicuamente y lacónicamente se nos presentarán “oportunidades milagrosas ”o “momentos mágicos”. Debemos mantener la atención consciente en nuestro presente para capturar el momento donde discerniremos la oportunidad de crecer, de evolucionar y de sobrepasar nuestros conflictos, los cuales teleológicamente son aprendizajes que repercutirán en nuestro futuro.
Les doy un consejo: “Carpe Diem” (Aprovechen el Día), atesoren sus días, aprovechen y disfruten su presente que es como lo prescribe su nombre, el regalo que el universo pone diariamente en sus manos.
En este momento mágico súbitamente del infinito del firmamento la refrescante y copiosa lluvia cae dando vida, renovando la naturaleza incluyendo a todos los reinos (animal, vegetal y mineral). Atisbando la lluvia recuerdo el refrán popular “ Después de la tormenta viene la calma”. Metafóricamente voy a explicarles que todos los acontecimientos que les desequilibran o perturban (tormentas temporales), en algún momento durante el transcurso de sus vidas se presentarán al igual que la lluvia, de dos formas.
La primera es el resultado de un largo proceso, donde se cosecha hierba mala, por no haber prestado atención consciente a la siembra. Todas nuestras actuaciones pasadas por acción u omisión, se compilan y dan como resultado un fruto que denomino “La Tormenta Presente”, que no es otra cosa que lo que nos perturba o desequilibra.
Todos los días se nos presentan muchas oportunidades de rectificar nuestras pretéritas acciones, y de reorientar las presentes para vislumbrar un cromático futuro donde cada tormenta sea vista como oportunidad de nuestro Creador para obtener un nuevo aprendizaje, tomando consciencia que lo que nos acontece no es castigo ni represión de una pasada acción. Lo que sucede es que estamos distraídos en banales situaciones y no discernimos en profusión que ese comportamiento aumentaría la copiosidad de la tormenta.
“Errare humanun est”, este aforismo latino significa que equivocarnos es de humanos. Lo que deseo que emulen es su continuación: “Rectificar es de sabios”. Este es el mejor momento para que reenfoquen los lentes de su condicionamiento y rectifiquen en sus vidas lo que les aleja del éxito, del bienestar, de la paz espiritual y de la experiencia mística del amor. Ustedes son arquitectos de sus destinos, por tanto, empiecen desde ahora la maqueta de su destino diario (maktub day).

Durante su trabajo de construcción los materiales más importantes serán: la fe, motivación, entusiasmo, confianza y perseverancia. Si creen que pueden hacerlo, tengan por seguro que podrán, el éxito esta al alcance de sus manos y solo depende de ustedes alcanzarlo.
La segunda manera de aparición de la lluvia es que aparece imprevisiblemente, como por el arte de la magia. Se da para propiciar cambios trascendentes en la vida de una persona., los acontecimientos son causales y tienen un efecto que Dios desea se patentice en nosotros. Al presentarse el instante mágico donde se inicia la tormenta (muerte, robo, cesantía, viudez, traición etc.) se nos veta por el ego la capacidad de responder ¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo?. Esta trilogía de preguntas son reiterativas en las diversas situaciones calificadas de “difíciles”, independientemente de su origen. Lo asertivo al presentarse la situación inesperada para nuestros planes de vida es que debemos vencer la resistencia, entregarnos a la aceptación con la fe depositada en Dios quien en el momento indicado (ni antes ni después) responderá a nuestra trilogía de interrogantes, nos interpelara para analizar si pasamos trivialmente la tormenta (sin aprender la lección) o la sobrepasamos (aprendimos la lección).

Nuestra intención debe estar enfocada en sobrepasar todas y cada una de las futuras imprevistas tormentas que nos depara la vida en el encuentro con nuestro destino diario). Recuerden mantener la intención en el futuro y su atención en el presente.

Te invito a reflexionar sobre las pretéritas tormentas que se han presentado en tu vida: ¿Cuáles simplemente pasaste? y ¿cuáles sobrepasaste? Espero que durante la semana reflexionen sobre el tema planteado y tomen en cuenta que un alquimista, cuando comienza, llega al final de la decisión que tomó y sobrepasa las tormentas. ¿Ustedes quieren y esperan convertirse en arquitectos de su destino? Si la respuesta es afirmativa, luchen a cada momento para convertir ese deseo en realidad porque el universo conspira para ello.


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