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Apolo 1: 50 años de la primera tragedia de la NASA

La bandera de EE.UU. luce a media asta en las instalaciones de la NASA. Tal día como hoy, 27 de enero, de hace cincuenta años, la agencia espacial vivió su primera gran tragedia: los tres astronautas que iban a tripular el Apolo 1 murieron al producirse un incendio en el módulo durante un ensayo en Cabo Cañaveral (Florida). El fracaso de lo que se esperaba fuera el primer gran paso hacia la llegada del hombre a la Luna retrasó el programa espacial estadounidense y obligó a reforzar las medidas de seguridad de los astronautas, dando lugar a grandes cambios en el diseño y la ingeniería de las misiones. El veterano comandante Virgil Grissom, el piloto Edward White y el también piloto novato Roger Chaffee pretendían ese día simular el primer despegue de la cápsula Apolo en el cohete Saturno, previsto para unas semanas después, el 21 de febrero de 1967. Estaban sentados encima de la plataforma de lanzamiento cuando la cápsula se incendió. En cuestión de segundos la temperatura subió de forma insoportable y los trajes de los astronautas quedaron sin suministro de oxígeno. Los tres murieron por asfixia. No tuvieron ni una oportunidad. Pero, ¿qué provocó el fuego? Según determinaron las investigaciones posteriores, fue culpa de un fallo en el sistema eléctrico. Un cortocircuito provocó una chispa que causó la combustión del oxígeno a bordo y el inmediato incendio. Pero detrás había mucho más. Lo cierto es que se registraron deficiencias de seguridad y antiincendios en la cabina que contribuyeron a la muerte de los ocupantes del módulo. «No dieron su vida en vano» En una ceremonia celebrada este jueves en el salón de la Fundación Conmemorativa de los Astronautas del Centro Espacial Kennedy, familiares de los fallecidos, directivos y exastronautas de la NASA rindieron un emotivo tributo a los héroes del espacio que «no dieron su vida en vano». «Los tres astronautas del Apolo 1 perecieron en un trágico incendio en la cabina, pero de su muerte hemos aprendido importantes lecciones para inspirar a las generaciones futuras y continuar» la exploración y las misiones espaciales, dijo Thad Altman, presidente de la fundación. Ante una ofrenda floral donde se leía en una cinta «Recordando a nuestros héroes caídos», los asistentes al acto del jueves escucharon las palabras emocionadas de Sheryl, hija de Chaffee, quien evocó lo «devastador» que fue para ella siendo una niña aceptar la muerte de su padre y crecer sin su figura, algo que en su infancia le produjo estados de «enfado, tristeza y confusión». Si embargo, la hija del astronauta apuntó que, de aquella tragedia por un «fallo» técnico, «se aprendieron lecciones» para «aumentar la seguridad en los viajes al espacio y volver seguros a la Tierra». Aprender del pasado Por su parte, Robert Cabana, exastronauta y director del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral, enfatizó la importancia de «aprender del pasado» y «crear y mantener una cultura de confianza y transparencia», lo que resulta «crítico para el éxito» de las misiones espaciales. Este tributo rendido a los astronautas del Apolo 1 abarca también a «todos los héroes que hemos perdido y a los empleados que intentaron salvarles», y debe implicar la «evaluación de todos los datos y decisiones que se toman» en los preparativos de las misiones para evitar los errores, declaró Cabana. En el homenaje estuvo presente el exastronauta Michael Collins, comandante y piloto de la misión Apolo 11, la primera en la historia de la exploración espacial que aterrizó en la Luna, quien aseguró que las «lecciones aprendidas del Apolo 1 ayudaron a prevenir otros desastres». Y es que, pese al desastre del Apolo 1, el programa continuó para llevar a la Luna el 16 de julio de 1969, en la nave Apolo 11, a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. «Conseguimos llegar a la Luna a causa del Apolo 1. No murieron en vano. Hicieron posible el aterrizaje en ese satélite y nunca olvidaremos a esa magnífica tripulación», subrayó, por su parte, John Tribe, ingeniero del equipo del Apolo 1, quien relató cómo vivieron la tragedia en la sala de control de la estación espacial. Una catástrofe de «responsabilidad colectiva» y «fallos», la de la misión Apolo 1, que, reconoció Tribe, les cambió la «vida a todos» y les hizo tomar conciencia de que tenían que «hacerlo mejor y de forma más segura». La del Apolo 1 fue la primera gran tragedia de la NASA, pero le seguirían otras aún peores, como el desastre del transbordador Challenger (1986), que estalló 75 segundos tras su despegue desde el centro espacial con siete personas a bordo, y el del Columbia (2003), que se desintegró al regreso de una misión científica exitosa, también con una tripulación de siete astronautas que jamás volvieron a casa.

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