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Frankenstein se despide de ustedes

Mutantes de precisión. Quizá sería la mejor denominación de los tomates que proponen crear los genetistas de plantas españoles. No es solo que la palabra “transgénico” suene fea a los oídos desinformados, que siguen siendo la mayoría de los oídos. No es solo que evoque un mundo de pesadilla donde un panel de autoridades científicas sacadas de 12 monos, de Terry Gilliam, impone a los ciudadanos la dieta óptima para servir al imperio. No es solo eso. Es que esos tomates no serían transgénicos, en ningún sentido razonable de esta palabra ensuciada por la propaganda. No tendrían nada que no tengan los tomates que comemos a diario, excepto un sabor exquisito y unas cuantas mutaciones como las que usan los agricultores desde hace 10.000 años. Lee en Materia los fascinantes detalles de esta idea, y la espectacular investigación genómica en que se basa.

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