La terapia Gestalt concibe a la persona como un todo, es decir, que lo que pensamos, lo que sentimos y lo que ocurre a nuestro cuerpo está relacionado. Así, si la persona enferma, sus pensamientos y emociones se verán afectados. No obstante, es importante no culpabilizarnos si enfermamos. La enfermedad no es un castigo sino una oportunidad para cecer en aspectos nuevos de la persona, una ocasión para aceptar que exiten cosas que no podemos controlar y que van más allá de nosotros.
Por otro lado, ciertas actitudes y creencias sobre la realidad pueden influir en el organismo. Desde esta prespectiva, la psiquiatriua y terapeutica gestáltica Adriana Schnake ha desarrollado un método para restablecer el contacto con ls partes negadas. A menudo, la persona enferma no escucha los mensajes enviados por el organismo a través de los síntomas físicos: no quiere aceptar lo que percibe porque le resulta duro y decide obviarlo. Shnake propone establecer un diálogo con el órgano enfermo. Para ella, lo más importante es reconocer que el síntoma nos pertenece, tiene una estructura, una forma y una función que no podemos modificar según nuestros deseos. Se trata de admitir eso que no nos gusta como parte de nosotros.
Ruth, quejada de una infección renal, se sometió a este método terapéutico. Cuando le pidieron que describiera sus riñones, los comparó con un colador que recogía lo tóxico del organismo. La terapeuta, entonces le explicó que los riñones realizan una selección activa, separando los nutrientes de las sustancias tóxicas. Con esa visión nueva, Ruth se dió cuenta que estaba negando una capacidad propia, la de decir que le estaba bien y que la intoxicaba. Así estableció una nueva relación consigo misma que facilitaba el camino de la recuperación.
Ruth aceptó su parte negada, la selección activa sobre lo nutritivo y lo tóxico. Ella no era responsable de su enfermedad pero podía contribuir favorablemente en su recuperación.
Mireia Darder.
Dra en Psicología y terapeuta Gestáltica.
Codirectora del Insitut Gestal de Barcelona