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TODO, EN LA NATURALEZA, ES ABUNDANCIA.

Un dicho popular, muy común, dice así: "Cada persona que nace en el mundo trae un pan bajo el brazo". Esto significa que Dios a nadie desampara, pues todos disponen de alguna condición innata, talento o habilidad que los capacita para ganarse bien el sustento e incluso, poder sobresalir.

Cualquier ser viviente es creado con el sustento que precisa, "sembrado", por decirlo así, con abundancia en el ambiente donde se mueve. Por ejemplo, los peces sólo tienen que abrir la boca para alimen-tarse del Plaktón acuático suspendido en el elemento líquido y arrastrado por las corrientes marinas. Este Plaktón está formado por algas diminutas y materia orgánica donde se encuentra, en abundancia, lo que los peces necesitan para vivir. Los árboles igualmente, además de alimentarse por la raiz, absorben la energía solar a través de las hojas por fotosíntesis y nunca les falta esa abundante provisión.

La Naturaleza es la Mano de Dios actuando en el mundo físico con armonía y ajuste perfecto. Ella nunca escatima nada ni procede con limitación. De un solo fruto, salen miles de semillas y muchas, se pierden. No se pueden contar las hojas que tiene un árbol ni los cabellos de las personas, pues son muchísimos. Las especies animales y vegetales se multiplican con gran variedad. Hay multitud de montañas con picos de abundante nieve, sabanas enormes, ríos inmensos, gran variedad de aves y miles de especies. Tan gran cantidad de agua tiene este mundo que los continentes parecen islas diminutas y apenas si se ven. Todo es grandioso y múltiple, contínuamente renovado. Nada escasea jamás, PORQUE LA VOLUNTAD DE DIOS EXPRESA ABUNDANCIA Y QUE DISFRUTEMOS DE ELLA. Tal es la abundancia que hay que, para restablecer el equilibrio, la misma natura-leza ofrece el ajuste: los animales salvajes se comen unos a otros y los peces grandes se tragan a los pequeños.