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Doñana se encamina al silencio

La cerceta pardilla ya no cría dentro de los límites del parque nacional de Doñana. Lo hace en Veta La Palma, una finca de 11.000 hectáreas, de las cuales un tercio están destinadas a la acuicultura. Es ahí y no en el parque nacional donde nueve parejas de esta especie -antaño reina indiscutible de la marisma- encuentran ahora las condiciones para criar. «En este momento es más difícil ver una cerceta pardilla en el parque nacional que un lince», dice Carlos Molina, técnico de SEO/BirdLife en Doñana. Afortunadamente logramos ver una hembra de cerceta en el Lucio del Lobo, ya dentro del parque nacional, precisamente una zona que ahora cuenta con unas condiciones de agua bastante buenas no solo por las abundantes lluvias de este año -que han estado muy cerca de la media- sino porque este sector del parque nacional ha recuperado en parte su régimen natural gracias al derribo de un muro que ha servido para aumentar la permeabilidad del río Guadalquivir. Pero no ocurre lo mismo con el resto del parque nacional, único humedal español declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y que está acosado por la sobreexplotación del acuífero que abastece la zona. «La culpa es del aumento desmesurado de los cultivos de regadío, sobre todo fresas, aunque ahora también arándanos, variedad que consume aún más agua porque se produce todo el año», explica Roberto González, responsable de Aguas de SEO/BirdLife. Y es que el problema de esta ave de plumaje a «lunares» -la anátida más amenazada de España y el Mediterráneo- y de otras especies acuáticas de Doñana es que la marisma y otras láminas de aguas superficiales se secan antes de que las aves consigan sacar sus pollos adelante, porque cada vez el periodo de inundación es más corto, explica Carlos Davila, responsable de SEO en Doñana. Las aves acuáticas son ahora «los otros linces de este parque nacional» y su situación revela a la perfección la sintomatología de la enfermedad que padece Doñana: estrés hídrico, que ha puesto a esta joya de la naturaleza al borde del colapso. Los datos que anualmente analiza SEO/BirdLife confirman que el volumen de la naturaleza en este humedal está descendiendo de forma alarmante. Así, el 60% de las poblaciones de las especies de aves acuáticas presentan una tendencia negativa, y la caída en la tasa de productividad evidencia que Doñana se encamina hacia una primavera cada vez más silenciosa. Pozos y regadíos ilegales Mientras las especies decaen, el desfalco de agua no deja de crecer. La propia Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) reconoció que existen 1.000 pozos ilegales, cifra que los agricultores de la zona elevan a 2.000, y 1.500 hectáreas ilegales de cultivo, aunque desde SEO estiman que estarían rondando las 3.000. Y en los últimos dos años se ha constatado que siguen creciendo tanto los pozos como la superficie ilegal de regadío. «El descontrol es enorme -dice González- y las Administraciones no pueden seguir mirando para otro lado. Se está incumpliendo sistemáticamente la Directiva Marco de Aguas y, por lo tanto, hay que actuar basándose en el principio de precaución. Si no se toman medidas de manera urgente entraremos en una situación sin retorno». Entre otras acciones, SEO/BirdLife considera vital que se declare el acuífero oficialmente sobreexplotado, asegurar el cierre definitivo y urgente de todas las explotaciones y extracciones ilegales y dimensionar el sector agrícola de tal manera que asegure la conservación de un lugar declarado de interés general del Estado. Además de «más agua en cantidad y calidad», como apunta Davila, es necesario que se haga una gestión de la ganadería extensiva. «Actualmente se está gestionando el espacio como si fuera una finca ganadera, primando los intereses socioeconómicos», insiste. Si no se toman medidas urgentes, el parque puede entrar en una situación sin retornoEs una realidad que Doñana no puede entenderse sin la mano del hombre, desde antiguo es un territorio humanizado, pero el espacio «debe gestionarse con criterios científicos, técnicos y sociales, no únicamente socioeconómicos», inciden desde la organización conservacionista. Si no, estará condenada a su desaparición tal y como la hemos conocido. Ya en los últimos 60 años, ha desaparecido el 85 por ciento de los humedales naturales de Doñana. Se trata de 170.000 hectáreas, una superficie cercana a la del territorio de Guipúzcoa. Ahora, solamente quedan 30.000, pero por ella pasan de media cada año unas 400.000 aves acuáticas. Estos días (ABC Natural visitó el parque nacional de Doñana hace dos semanas) la marisma «está como no se veía hace mucho tiempo -dice Davila-, porque llovió en invierno y también lo ha hecho en primavera». La estación, por tanto, no será silenciosa este año en Doñana, pero el espectáculo de presenciar cientos de miles de aves en este paraje no está ni mucho menos garantizado para el futuro. La lluvia ha traído una solución coyuntural a un problema que necesita de soluciones estructurales y a largo plazo. La afortunada visión en el Lucio del Lobo de esa solitaria cerceta pardilla, sin ser un espejismo, no puede impedirnos ver el bosque.

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